lunes, 17 de agosto de 2009

Vida del libertador VIII 1827-1830‏

Vida del libertador VIII 1827-1830‏


1827:

El 1° de enero Simón firma el decreto de amnistía en virtud de sus facultades extraordinarias, conociéndola ampliamente a los comprometidos con las reformas y opiniones políticas y disponiendo que su autoridad como Presidente de la República fuese reconocida, juzgando todo acto de hostilidad como delito de Estado. Páez, a pesar de su desobediencia, continuaría ejerciendo la autoridad civil y militar como Jefe Superior de Venezuela. El 4 del mismo mes, Bolívar llega a Valencia y se encuentra con Páez. Ocho días más tarde, el Libertador, entraría a Caracas en coche descubierto con Páez a su lado y al día siguiente recibe un banquete de parte de la Municipalidad de Caracas. El 15 de enero, Simón Bolívar escribe a Benthman sobre sus libros de economía, diciendo: “...hacer el bien y aprender la verdad, únicas ventajas que la Providencia no ha concedido en la tierra...”. El 25, anotaría: “Te recomiendo la aplicación al estudio, la buena moral, para que algún día puedas ser útil a tu Patria” y el 5 de febrero, expresaría: “Una o muchas excepciones no pueden nada contra la vida del mundo oprimido siempre por los poderosos”; “...quiero...asegurar después de mi muerte una memoria que merezca bien de la libertad”. Al día siguiente dirige al Congreso de Colombia su renuncia concebida en términos expresivos. El 16 de marzo, Simón Bolívar afirmaría: “Más aborrezco el mando que la muerte, pero todavía aborrezco más la ignominia de la deserción”; “...más vale sufrir que estar en la incertidumbre”. El 19 del mismo mes se da la gran ruptura entre el Libertador y Santander y en una carta, el primero le dice al segundo: “No me escriba más, porque no quiero responderle ni darle el título de amigo”. Al día siguiente, Simón, expresaría: “Los malvados no tienen honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer”.

El 6 de abril, en una carta, el Libertador le escribe a Sucre rogándole que acepte la presidencia vitalicia del Perú y en la cual se consigna la siguiente frase: “La gloria es la dicha del héroe... el gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”. El 14 del mismo mes, Simón anotaría: “La guerra es mi elemento: los peligros, mi gloria”; “Cuando quede reducido a nada estaré satisfecho de mi propia ruina y la veré como una gloria y un martirio poco merecido”. El 21, Bolívar contesta al Encargado de Negocios de los Estados Unidos, señor Beaufort T. Watts, su generosa carta del 19 de marzo en la cual elogia la obra del Libertador. El 30 de abril, afirmaría: “...la libertad se halla de ordinario enferma de anarquía... yo confío en que la amistad es más fuerte que la fortuna”; “...la dictadura es el escollo de las repúblicas. Yo podría arrollarlo todo, mas no quiero pasar a la posteridad como tirano”. El 6 de junio, el Congreso de Colombia no admite la renuncia de Bolívar y lo llama a presentar juramento, muy a pesar de los esfuerzos santanderistas para lograr lo contrario. Dos días más tarde, el Libertador expresa: “...la amistad es preferible a la gloria... la amistad no pierde nada en mostrar sus deseos...” y ocho días más tarde, diría: “Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas a pasar por tirano, y aún parecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor es la de llevar el nombre de amante de la libertad”; “Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad. Este amor me arrastra a olvidar hasta la misma gloria”. El 19 de junio, en Caracas, Simón Bolívar anuncia su marcha hacia el sur de la República para restablecer la paz. El Congreso de Venezuela convocara una gran convención para reorganizar la República que se encuentra a punto de una guerra civil. El 24 del mismo mes, Bolívar firma un decreto sobre instrucción pública y organización de la Universidad de Caracas. El 29, afirmaría: “...el objeto más noble que puede ocupar al hombre: ilustrar sus semejantes”.

El 4 de julio, Simón expresaría: “Nacido ciudadano de Caracas mi mayor ambición será conservar este precioso título: una vida privada entre vosotros será mi delicia, mi gloria y la venganza que espero tomar de mis enemigos”. Al día siguiente se embarca en La Guaira para Cartagena en una fragata inglesa en compañía de Sir Alejandro Cockburn, Ministro de Inglaterra. El 10 llega el Libertador a la Ciudad Heroica. El 24 de agosto, en Cáchira, la representación de Bolívar en el Congreso admite que se reduzca el ejército pero en cuanto sea compatible con las necesidades públicas. El 10 de septiembre llega Simón a Bogotá y realiza una exposición ante el Secretario Revenga del Congreso. Tres días más tarde pide autorización al Senado para hacer los arreglos indispensables en el Despacho de Hacienda y ponerlos en ejecución si el Congreso no dispone de tiempo, dando cuenta de la próxima legislatura. El 24 del mismo mes, expresaría: “Cifro toda mi esperanza, reduzco mi gloria, diré, en que Colombia reunida en este augusto santuario del Pueblo, pronuncie sus votos libremente y fije sus destinos”. Casi un mes después, el 22 de octubre, afirma: “El mando pesa más que la muerte al que no tiene ambición” y el 13 de noviembre: “Yo siento por lo presente y por los siglos futuros”. Quince días después, diría: “Hasta la fuerza misma debería emplearse en contra de individuos que desatienden los intereses de su país, en perjuicio de la desconfianza que éste le hace”. El 6 de diciembre, se pregunta: “...¿qué importa que... yo perezca para que viva un pueblo?”. El 15 del mismo mes, el Libertador, le escribe al Rey de Inglaterra en favor de los legionarios ingleses que vinieron a servir a la independencia por haber faltado una ley de 1819 que prohibía que los ingleses tomasen parte en contiendas extranjeras. Cinco días después, pide a su hermana María Antonia 2000 pesos del arrendamiento de las minas de Aroa para pagar deudas que Bolívar tiene en Bogotá. Al día siguiente, afirma: “...el engañado siempre es el engañador”.

1828:

El 29 de febrero, el Libertador expresaría las siguientes frases, sobre temas del país: “Destruida la seguridad y el reposo, únicos anhelos del pueblo, ha sido imposible a la agricultura que conservase siquiera en el deplorable estado en que se hallaba”; “El comercio exterior... una profesión, que únicamente estriba en el crédito y buena fe. Y ¿qué comercio habrá sin cambios y sin provechos?”; “Dadnos un gobierno en que la ley sea obediencia, el magistrado respeto y el pueblo libre: un gobierno que impida la trasgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo”; “...la energía en la fuerza pública es la salvaguardia de la flaqueza individual, la amenaza que aterra al injusto, y la esperanza de la sociedad”; “...la corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la República”; “Mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad, y que la unidad conserva el orden”. El 26 de marzo, anotaría: “...el modo de hacerse popular y de gobernar bien es el de emplear hombres honrados, aunque sean enemigos...”. El 31 del mismo mes, Simón se detiene en Bucaramanga para tomar medidas a favor del orden alterado en Cartagena por la rebelión del general Padilla. Al día siguiente, Bolívar anotaría: “...llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria... Venezuela, cuya suerte no me puede ser indiferente ni aún después de muerto”; “...no le profesa amistad verdadera y pura sino el que le habla la verdad y le aconseja bien...”.

El 10 de abril, ante el Presidente de la Gran Convención, representado por Bolívar en favor del doctor Miguel Peña, invocando el decreto de amnistía del 1° de enero de 1827. El Libertador protesta ante la Convención por las <>. Dos días más tarde, Simón expresaría: “No quiero creer a los demagogos que la práctica de la libertad no se sostiene sino con virtudes y que donde éstas reinen es impotente la tiranía. Así, pues, mientras que seamos viciosos no podemos ser libres, désele al estado la forma que se quiera...” y al día siguiente, anotaría: “La ley la justicia están por nosotros; quiero decir, por el bien y por la Patria, porque nosotros no tenemos causa sino la República”; “Yo sé muy bien que siempre nos han de calumniar y cualquiera que sea nuestra magnanimidad no se apreciará sino como flaqueza”; “Mi único amor siempre ha sido el de la Patria; mi única ambición, su libertad”. Diez días después, lamenta en cartas a Briceño Méndez los propósitos santanderistas contra la conservación de Colombia, disimulados en discursos. El 24 del mismo mes, afirmaría: “De la derrota se saca el partido de la reacción, y de la capitulación no se saca otra cosa que entregar hasta los dispersos y perder hasta el derecho de defenderse. Triunfo absoluto, o nada, es mi divisa”; “...Sin energía no resplandece nunca el mérito, y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay gloria”; “Mis temores nunca me han burlado, ellos son presagios infalibles”; “La cadena de mis pensamientos se fija en el cielo y termina en el abismo. Jamás puedo razonar sin sacar consecuencias horrorosas”. El 2 de mayo, en Bucaramanga, el Libertador dice que seguirá para Venezuela en marcha lenta deteniéndose algunos días en Cúcuta. Para el 8 de mismo mes, Simón dice: “...cuando yo observo un hombre de virtud y talento, mi afecto se arroja sobre él con una inclinación irresistible, y no se tranquiliza hasta que no ha logrado el recíproco”. El 15, afirmaría: “Yo poseo el sentimiento de la amistad y de la gratitud: por lo mismo, sus contrarios me son enojosos”; “...que me manden a salvar la república, y salvo a América toda...”.

De igual manera, el 1° de junio, Simón Bolívar, expresa: “En cuanto a la excelencia, usted sabe que no la merezco; me contentara yo con ser justo, por consiguiente no tengo derecho al superlativo de la excelencia. Trátame usted por fin de usted y si fuéramos romanos, el tú valdría más. Éste es el tratamiento de la amistad, de la confianza y aun de la ternura” y tres días más tarde diría: “Reside en la médula de mis huesos el fundamento de mi carácter. Yo siento que la energía de mi alma se eleva, se ensancha y se iguala siempre a la magnitud de los peligros”. El 24 de junio, regresa el Libertador a Bogotá, después de tres meses de ausencia y recibe una recepción entusiasta de personalidades y de los habitantes, y él se les dirige diciendo: “La voluntad nacional es la ley suprema de los gobernantes; someterse a esta voluntad suprema es el primer deber de todo ciudadano y como tal yo me someto a ella”; “La libertad práctica no consiste en otra cosa que en la administración de la justicia y en el cumplimiento de las leyes, para que el justo y el débil no teman, y el mérito y la virtud sean recompensados”. Dos días más tarde afirmaría: “Yo ofrezco pues señores que la justicia será mi primero objeto de administración de que voy a encargarme por la voluntad pública”.

El 6 de agosto, el Libertador expresaría: “Yo nada deseo en el mundo tanto como hacer a Venezuela todo el bien que dependa de mis facultades...”. Veinte días después, afirmaría: “Yo creo que el nuevo gobierno que se dé a la República debe estar fundado sobre nuestras costumbres inclinaciones, y últimamente, sobre nuestro origen y sobre nuestra historia”; “Para que un pueblo sea libre debe tener un gobierno fuerte, que posea medios suficientes para librarlo de la anarquía”. Al día siguiente, Simón firma un decreto orgánico de la dictadura que se estableció a consecuencia del desacuerdo de la Convención de Ocaña y afirmaría: “Ser respetados es más que ser libres; además, bajo la dictadura ¿quién puede hablar de libertad? ¡Compadezcamos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!”. El 20 de septiembre, Simón Bolívar firma otro decreto que establece un nuevo sistema de gobierno regido por un Consejo de Estado bajo su presidencia. En ausencia del Libertador presidirá el Consejo del Ministro Secretario de Estado más antiguo. Cinco días después, en Bogotá, se intenta de asesinar al Libertador pero el heroísmo de Manuela Saénz, con quien estaba teniendo una relación entre sábanas, salva a Bolívar de las puñaladas parricidas, mientras que llegaron las fuerzas del gobierno bajo el mando del leal General Urdaneta. Desde ese día Manuela “atormentaría” a Bolívar en cualquier lugar público, tomando un muñeco con un letrero que decía “Santander” y con el puñal de la bayoneta lo apuñalaría varias veces. Ella llegaría a ser teniente-coronela, título del cual sería desposeída por los santanderistas, después de la muerte de el Libertador. El 29 de septiembre, Simón nombra a Urdaneta Comandante General del Departamento y al general Córdova Ministro de Guerra Interino. El 8 de octubre, nombra a Sucre como Jefe Superior de los Departamentos de Ecuador, Guayaquil y Azuay. El 15 del mismo mes, crea una ley en favor de los indígenas y sobre su contribución. El 10 de noviembre, inexplicablemente conmuta a Santander la pena de muerte por destierro... cosa que le costaría a la Unión su desintegración. El 18 de noviembre Simón viaja al campo a descansar.

1829:

El 1° de enero, en purificación, camino hacia el Sur, viaja el Libertador por el conflicto entre Colombia y el Perú. El 6 del mismo mes, Simón afirmaría: “...la destrucción de la moral pública causa bien pronta la disolución del Estado”. El 2 de marzo, Bolívar firma un decreto en beneficio de los alzados peruanos contra los traidores de Obando y López, quienes fueron iniciadores de conflictos entre Colombia y el Perú. Quince días más tarde, llega Simón Bolívar a Quito donde establece su cuartel general. De ahí emprende la Campaña de Guayaquil. El 3 de abril, Simón hace la proclama a los colombianos dándoles cuenta por la victoria de Tarqui y la falta de cumplimiento por parte del Perú del Convenio de Girón. El 24 de mayo, sale el Libertador de Quito y se detiene unos días por Riobamba. El 1° de junio, Simón expresaría: “Los asesinos, los ingratos, los maldicientes y los traidores, han rebosado la medida de mi sufrimiento”; “La bondad es la exclusión de todos lo defectos y de todas las maldades”. El 20 del mismo mes, el Libertador informa al Gobierno de Bogotá las operaciones efectuadas para recuperar a Guayaquil. El 26, establece su cuartel general en Buijó y al día siguiente hace un armisticio celebrado con el Perú. El 29 de junio, Simón manda a suspender la concesión de patentes de corso, aún de aquellas que se están tratando en el momento. Ese mismo día, anotaría: “No es lo mejor lo más bueno si no hay posibilidad de ejecutar lo que se intenta”. El 13 de julio, escribe una elocuente carta a Vergara sobre las perspectivas de la América, formas de gobierno e inconvenientes de una monarquía en estos países. En la carta escribe: “Mejor es vivir tranquilo que vivir sobre el trono del Universo”. El 15 del mismo mes, Simón hace un oficio que comunica el armisticio entre el Perú y Colombia celebrado en Piura, el 10 de julio, por el término de 40 días, mientras se negocia la paz. El 21, Colombia recupera a Guayaquil. El Libertador viene desde Buijó y es recibido con júbilo. El 27 del mismo mes, Simón hace una carta a Leandro Palacios en la que le encarga desmentir las calumnias de Benjamín Constant, en la que anota: “Yo he combatido por la libertad y por la gloria; de consiguiente, juzgarme de tirano y de ignominia, es el complemento de la pena”. El 30 de julio, escribe una carta a general José María Córdova sobre su conducta política y una mirada sobre la América ex-española. El 3 de agosto, Simón Bolívar cae en cama debido a un ataque de bilis que le dura quince días. Ese mismo día expresa: “...la verdad pura y limpia... es el mejor modo de persuadir”. Dos días más tarde, en una carta al encargado de negocios de Su Majestad Británica (SMB), Patricio Campbell, le escribe sobre los inconvenientes de establecer una monarquía en Colombia. El 16 del mismo mes, Simón afirmaría: “La ingratitud me tiene aniquilado es espíritu habiéndole privado de todos los resortes de acción”; “Si quieren mi vida, aquí la tienen, pero no mis servicios, pues ya no tengo valor para sacrificar mi nombre como lo tenía antes: éste es el primer efecto de la ingratitud”. El 31 de agosto, el Libertador, en la isla de Santay, frente a Guayaquil, escribe una circular a los pueblos invitándolos a emitir sus opiniones.

El 13 de septiembre, Simón escribe una célebre carta a O’Leary sobre el estado político de la Gran Colombia –Chile, Perú, Cundinamarca, Quito y Venezuela- y los proyectos del Nuevo Gobierno. Igualmente, escribe a Páez diciéndole que habían mandado a publicar una invitación a todos para que expresen libremente sus opiniones sobre reformas políticas. En las misivas, anota: “Es insoportable el espíritu militar en el mando civil. En los gobiernos no hay otro partido que someterse a lo que quieren los demás”; “La igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad física, para corregir en cierto modo la injusticia de la naturaleza”; “No hay nada tan frágil como la vida de un hombre: por lo mismo, toca a la prudencia precaverse para cuando llegue ese término”. El 22 de septiembre, se firma el tratado de paz con el Perú en Guayaquil. Casi un mes después el 20 de octubre, regresa el Libertador a Quito y el 23 expresa: “La Patria, mi amigo, exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario dar hasta el último aliento de la vida”. El 29 del mismo mes, parte Simón hacia Bogotá. El 1° de noviembre, desde su cuartel general en Ibarra, el Libertador participa al Gobierno que el 16 de Octubre fue confirmado y ratificado el tratado de paz en todas sus partes por el Gobierno del Perú y su Congreso, concluido y firmado en Guayaquil el 22 de septiembre. El 21 de noviembre, llega Simón a Popayán y al día siguiente él hace un oficio al Ministro de Relaciones Exteriores, previniendo al Consejo de Ministros suspender toda negociación sobre monarquía y dejar al Congreso próximo decidir sobre los intereses de la nación. El 26 del mismo mes, afirmaría: “Venezuela es el ídolo de mi corazón y Caracas es mi patria; juzgue usted cual será mi interés por propiedad y engrandecimiento”. El 5 de diciembre, Bolívar le escribe desde Popayán a Flores: “Probablemente será el general Sucre mi sucesor y también probable que lo sostengamos entre todos; por mi parte ofrezco hacerlo con alma y corazón”. Al día siguiente, le escribe a Antonio Leocadio Guzmán diciéndole que él (Simón) nunca será Rey de Colombia y así lo ha expresado muchas veces. Igualmente hace una carta para José Ángel Álamo, en la que se queja de la injusticia de los tribunales de Caracas en el asunto de las minas de Aroa. El 15 de diciembre, Bolívar le vuelve a escribir a Páez que abstendrá de dar opiniones y no aceptará la presidencia de la República. Sólo admitirá el empleo de general en jefe del ejército y lo convida para conservar la Unión de la República de Colombia. El 18 del mismo mes, el Libertador escribe una nota definitiva al Ministro de Relaciones Exteriores desaprobando el proyecto de monarquía.

1830:

El 15 de enero, el Libertador regresa a la capital de la República. El 20 comunica un mensaje al Congreso en el que anota: “Mucho os dirá nuestra historia, y mucho nuestras necesidades: pero todavía serán más persuasivos los gritos de nuestros dolores por la falta de reposo y libertad segura”; “...Os pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la Patria y vuestros propios verdugos”; “Oíd mis súplicas: salvad la República... si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, este Estado no debería existir, y al fin no existirá”; “La deuda pública... reclama de vosotros su más sagrados derechos. La justicia pide códigos capaces de defender los derechos y la inocencia de hombres libres”. El 27 de abril, el Libertador renuncia a la presidencia de la República en un mensaje al Congreso Admirable. El 8 de mayo, Simón parte de Bogotá a Cartagena. El 4 de junio es asesinado el general Sucre en el cerro de Berruecos, cuando regresaba a la ciudad de Quito para reunirse con su familia. Los bandidos, al mando del traidor peruano Obando, lo estaban esperando... Sucre debía ser el sucesor del Libertador. El 13 del mismo mes, se encarga de la Presidencia de Colombia, Joaquín Mosquera. El 1° de julio, al pie del Cerro de la Popa, cerca de Cartagena, Simón recibe la noticia de la muerte de Sucre. El 1° de agosto, el Libertador escribe, inspirado sobre la muerte de Sucre.

Del 2 al 5 de Septiembre, ante la incertidumbre, hay pronunciamientos desde Bogotá y la mayoría de capitales para que Simón Bolívar asuma la presidencia. El 5 del mismo mes, Urdaneta es nombrado como Jefe de Estado, mientras llega el Libertador llamado por las tropas y gran parte del público. El 18 contesta Bolívar pero no expresa que quiera la presidencia y el 25, en carta a Vergara, Simón expone claramente su decisión de no tomar de nuevo el poder, ni ir a Bogotá. El 15 de octubre, a causa de sus males, se detiene en Soledad. El 6 de diciembre, parte para su última morada: la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta. El 10 del mismo mes, el Obispo de Santa Marta se encarga de hacerle saber a Simón Bolívar su grave estado de salud. Simón escucha al Obispo con tranquilidad y resignación y en seguida se presta debidamente para el trance final. Recibe los Santos Sacramentos y al saber que su obra magna, la Gran Colombia , gracias a la politiquería de una elite que jamás estuvo en el combate –Venezuela y Ecuador ya son Estados separados-, Bolívar dicta su última proclama, la cual es un verdadero testamento político, que contiene las siguientes frases: “He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono… ¡Colombianos: Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos, y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. El 17 de diciembre, siendo la una y siete de la tarde, fallece el Libertador. Sus ojos son cerrados por el doctor Reverend y como símbolo de respeto y de veneración de los pueblos sus restos mortales son conservados en el Panteón Nacional, monumento venezolano en el que el mundo entero le rinde homenaje para perpetuar la memoria de uno de los más grandes revolucionarios de toda la Historia.