COMPARTIMOS ESTE TEXTO QUE NOS HACEN LLEGAR
RESPECTO AL ACTUAL PROCESO DE PAZ
“Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del
insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su
inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido. Quería decir que cuando el cuerpo se acostumbraba al
estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la
infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad
de las personas y aún, la conciencia de su propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado”
(Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad)
CARTA BOLIVARIANA
Colombia,
julio de 2013
Negociación o sometimiento
Respondiendo
a la pregunta de qué hacer con quienes están en contra de la participación
política de las Farc, Antonio Navarro, graduado de experto pazólogo por los
medios de comunicación del establecimiento, respondió: “Ellos quieren derrotar a la guerrilla y después desarmarla. Yo les
propongo que la desarmen y que luego la derroten en las urnas”[1]. Iniciamos con esta frase
nuestras reflexiones sobre el actual proceso de paz porque
resume acertadamente la posición de las dos vertientes de la oligarquía
colombiana: la de quienes quieren derrotar a las Farc por medio de la guerra y
la de quienes las quieren derrotar
apelando principalmente a la política. La primera posición la representa el ex
presidente Álvaro Uribe. La segunda la representa el presidente Santos.
Por
esto, para quienes se empeñan en derrotar políticamente a las Farc en la mesa
de negociaciones, es tan importante presentar el desarme y el sometimiento del M19 como si hubiera sido una
negociación de paz exitosa para el M19 y positiva para el país. Además, lo presentan como un modelo a imitar en el
actual proceso de paz. Unos y otros, gobierno, “expertos” y voceros de los
procesos de sometimiento de los grupos guerrilleros de los años 90, (M19, EPL,
PRT, CRS,) insisten en algunas matrices de opinión, fabricadas en los centros
de pensamiento de derecha, que alimentan sus posturas. Veamos algunas: que la guerrilla colombiana está derrotada
militarmente y no tiene otro camino que el sometimiento y el desarme; que la
lucha armada en Colombia no tiene justificación ni sentido; que no hay
condiciones internacionales favorables para la lucha revolucionaria; que
existen garantías en el país para la participación política y la acción
parlamentaria; que el estado colombiano no tiene responsabilidad histórica en la
violencia ni en el paramilitarismo, sino que ambos son producto exclusivo del narcotráfico
y la guerrilla. Con esos argumentos concluyen que basta desarmar la guerrilla para
conseguir la paz. La Constitución del 91 fue, según ellos, la gran conquista
democrática del proceso de paz del M19, por lo cual es intocable. De ahí la
inconveniencia de una Asamblea Nacional
Constituyente para refrendar los acuerdos que eventualmente salgan de La Habana
y recomiendan, en su lugar, la riesgosa
senda del plebiscito o el referendo. Estas y otras ideas que confunden y
desarman ideológica y políticamente cualquier voluntad de lucha, son repetidas
insistentemente desde todas las instancias del establecimiento político y por
la mayoría de los opinadores y “expertos” que hoy dicen ser sociales y
democráticos.
Por esto
consideramos importante entregar, con respeto y solidaridad, algunas ideas y reflexiones sobre los procesos
de paz del 90, con el propósito de aportar en la comprensión de nuestras
propias experiencias y en el actual proceso de paz de La Habana.